lunes, 23 de abril de 2018

Intrusos

Nos rodean. Son una realidad más tangible que una misma. Ocupan plazas públicas, tienen voz y voto y nos han desplazado a la periferia de casi todo. Y no es que las afueras de nada sea un mal lugar en el que estar, es que en la mayoría de las ocasiones no nos queda otro remedio.
Sumergida en la bulliciosa tarde de una Huelva cualquiera, ayer mismo, crucé mi camino con unos cuantos intrusos. Hay impostores de profesiones, de lugares y, los que para mi ocupan el sitio menos honroso de la cadena alimenticia, los suplantadores de sentimientos.
Hay que tener cuidado de no rozarlos siquiera... cual ortigas dejan ese recuerdo de picor que dura días y que vuelve cada vez que te los cruzas por la calle.