La inmensa suerte de poder ser yo misma, sin la necesidad social o sentimental de impostarme. De traicionarme.
La enorme suerte de que me quieran los que me importan y de que no me importen los que no me quieren.
La gran suerte de haber cambiado mil veces mi destino, mi meta. Y de contarlo con una sonrisa.
La colosal suerte de haber construido una familia al margen de las convenciones sociales.
La suerte de no arrepentirme de casi nada. Y de asumir con deportividad cuando meto la pata.
Nací con suerte. Por encima de todo, nací con suerte.
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