domingo, 9 de noviembre de 2014

Cortarse el pelo y otras declaraciones de intención

Me corté el pelo porque quise. Porque llevarlo largo había perdido su sentido. Porque cortar (con lo que quiera que sea) es un final y un principio. Porque la vida sin finales y empieces no es vida ni es nada.
Me dejé largo el pelo porque quise. Porque hay golpes que sólo se combaten con golpes (en la mesa o en la cara). Porque la vida decidió cambiar de rumbo sin consultarme... y me dejó a traspié.
Me corté el pelo en otoño, como se talan las plantas, para que renaciera con fuerza y me dierra el sostén suficiente para cortar con todo lo que no vale la pena;  para dejar crecer brotes nuevos y renacer brotes supervivientes.
Y estos días en los que no puedo sacar de mi mente a la que me dio la vida, que afronta como puede sus 84 otoños, y que se cumplen 85 de que el hombre de mi vida llegara al mundo (cómo odiaba que me cortara el pelo), declaro que una de las mejores cosas que he hecho ha sido cortarmelo.
... y no me hagas preguntas para las que no tengo respuesta, siempre he preferido encontrar la palabra perfecta... así que... no me hagas preguntas para las que no tengo respuestas

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