jueves, 30 de abril de 2020

Si no... no es vida

Era inevitable, el olor a almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores malogrados...
Algunas frases, olores o gustos nos traen a la memoria fotografías de nuestra vida. Imágenes en sepia con los bordes difusos o rotos por el paso del tiempo. A veces son conversaciones que nada tienen que ver con el recuerdo más allá del regusto que dejan. Quizás por eso - o por el retiro obligado o por mi mente perversa o porque sí - andan mis pensamientos vagando por caminos llenos de incertidumbre. Quizás porque suena El Rompeolas con Guillermo Martín a la guitarra y un baterista andaluz que nadie recuerda. Quizás porque desde ayer releo O amor nos tempos do cólera, sí de García Márquez pero en una edición en portugués. Quizás porque esta calma chicha, obligada y obligatoria, me ha permitido sentarme a disfrutar con lo que tejo... a media mañana y mientras saboreo un café con gusto a El beso de Klimt. Quizás porque el corazón me late encogido desde ayer. Tal vez porque tan en el aire voy que me envuelve la sensación de no dar pie. A lo mejor es simplemente que tengo vértigo, miedo a no ser capaz de llevar el timón o tener que tomar decisiones tan inevitables para vivir como innecesarias para la subsistencia.
Igual lo que me ocurre es que ahora que la vida se me ha parado, a mí y a casi todos, presto más atención a las cosas que me rodean y tengo la sensación de que la realidad se burla de mí. Puede ser que mi cerebro, desacostumbrado al silencio, y mi corazón, siempre en busca de quimeras como un zahorí hedonista y respondón, no quieran ponerse de acuerdo en la única certeza que me asiste... la vida es para vivirla, si no... no es vida.

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