lunes, 14 de enero de 2013

¿Tibio? No, gracias

Me gusta el frío. Me reactiva. Me obliga a moverme, a pensar rápido y con clarividencia. Sí, me gusta el frío. Mantiene el cuerpo alerta y la mente despierta, inspira mi imaginación. Definitivamente me gusta el frío. Lo que no me gusta es la sensación de frío. Esa impotencia interior de ver a gente pasar por el mundo de puntilla sobre tacones imposibles, con dolor de espalda y la sonrisa pintada. O de esos pectorales hinchados por el aire y la desazón de no tener más referencia que un pectoral hinchado. Ese frío me parece castrante, aniquilador, asesino... Menos aún me gusta el frío de las amenazas veladas o no tan veladas. Ese se mete entre la carne misma y es complicado sacártelo de encima, como no sea con un contraataque directo al corazón de tu oponente (Léase, talón de Aquiles, punto débil, debilidad confesa).
El calor también me gusta. Esa forma de relacionarse tan meridional, tan vital... Me gusta el calor en las reacciones y en las sensaciones, no tanto el calor ambiental. La pasión en la defensa de las ideas, las ideas en sí. Esa posibilidad de mostrarle a alguien que estás ahí sin decírselo. La fuerza con la que derribar titanes.
A lo que no le encuentro sentido es a la tibieza, al medio pelo. Ese sí, pero no. Ese querer quedar bien con todo el mundo. Esa impotencia sentimental de dar un golpe sobre la mesa. Ese dejarse llevar. 
No me gusta la cerveza tibia ni el café que puede beberse de un sorbo. No me gustan las relaciones tibias ni las reacciones atemperadas. No me gustan las personas tibias. No soporto las ideas tibias, el ni fu ni fa. 
La sangre debe correr caliente y la mente permanecer fría. Ahí está el equilibrio.

1 comentario:

  1. El café templado, la cerveza bien fría, así me gusta a mí... Querida Fali, qué difícil es mantener la cabeza fría cuando corre la sangre hirviendo, pero sí, estoy contigo, estoy harto de tibiezas y de medias tintas y de gentes suspicaces. Me agrada y me alegra leerte.

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