miércoles, 7 de noviembre de 2012

Desert

Entraste en mi
caballo de Troya de la melancolía
Tus manos se apretaron a mis manos,
tus labios despiadados,
mis sueños rotos...
Llegaste a mi machete en mano
rompiendo atisbos de conciencia,
de razón,
de dolor viejo.
Hiciste renacer de flores nuevas
un jardín marchito,
muerto y abandonado.
Brilló una luz mortecina, al alba.
Sonaron campanas.
Helados se quedaron mis ojos.
Ya no te quiero.


2 comentarios: