miércoles, 14 de noviembre de 2012

Vinagreta de reclamaciones

La mitad del país en la calle y la máxima preocupación es si TVE da o no en directo el amistoso en Panamá. Cargas policiales, niños apaleados, piquetes informativos (y no tanto) y en discusión si Susaeta debería o no vestirse de rojo. Y en medio, los de siempre, los mentirosos periodistas. Las huelgas sirven para muchas cosas. La primera y más clara es para medir el descontento social, también la capacidad de los sindicatos para movilizar a su gente, pero especialmente lo que piensa la calle. El 14N ha dicho la gente que está harta de solucionarle la papeleta a políticos y banqueros. Que no quieren volver a escuchar que el trabajo es un derecho (salvo para el 25% de la población española) y que la vivienda es otro (salvo para las 526 familias que han perdido sus casa cada día de 2012 y las siguen perdiendo, a pesar de los rimbombantes anuncios de políticos y bancos). Lo que quieren es disfrutar de esos derechos, además de la sanidad pública, la educación pública, la justicia igual (sin distinción de cuenta bancaria). Eso quiere la gente y eso es lo que ha salido a pedir a la calle. Lo que no quiere la gente es pagar el 21% de IVA en los pañales para bebés, el mismo impuesto que pagan los 100 españoles que se pueden comprar un Ferrari de 400.000 euros. Durante toda la jornada me he cansado de leer y escuchar tópicos: los violentos, los que sólo se representan a si mismos, que si es una convocatoria política... Mi conclusión es que la huelga del 14N ha sido una protesta social. Y los que han ejercido su derecho a trabajar, bien porque ellos pueden hacerlo todavía. Y los que se han buscado una excusa como que les quitan del sueldo, las amenazas de las empresas o que era una huelga política, bien por ellos que pueden elegir. Cinco millones de españoles no han podido elegir y más pronto que tarde serán más. El gobierno no escuchará como tampoco sabe contar cuanta gente había en las calles de todas las ciudades de España. Utilizando su mismo argumento, hasta que asumieron el poder no eran responsables directos del rumbo del país, pero del empeoramiento de la situación sí que lo son. En las próximas elecciones, regionales, locales, provinciales o nacionales habrá que dejárselo claro.
Por cierto, bien por el Celta de Vigo y por el Rivas. El deporte no puede estar al margen de lo que pasa en la calle.

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