Cuando te sientas ofendida, piensa si fuiste tu primero la que ofendiste. Una simple recomendación de una simple mortal. La vida no deja de golpear y cada vez los golpes van más cerca del hígado. Habrá que aprender a esquivar las patadas o endurecer la piel hasta que ya no duelan. Seguro que cada uno de vosotros tenéis experiencias que se ajustan a la ofensa. Las mías las voy a olvidar, así me ahorro el disgusto.
Qué te voy a contar que tú no sepas.
ResponderEliminarLo mejor es se consecuente con uno mismo y, a pesar de que los demás no te entiendan, estar en paz y tranquila con tu conciencia.
Te lo dice alguien que se negó a endurecerse y, por el contrario, me he dulcificado.